¿Cuál es el lugar real de la ciencia en Colombia? Entre el discurso y la deuda histórica

🔬🇨🇴 ¿Qué lugar ocupa realmente la ciencia en Colombia? En un país lleno de talento y biodiversidad, la ciencia sobrevive entre discursos, precariedad y olvido estatal. Este artículo argumentativo expone las tensiones entre lo que se dice y lo que se hace en investigación científica, y propone una mirada crítica hacia el futuro de la ciencia como herramienta de transformación social. 📚 Un llamado a pensar la ciencia no como lujo, sino como derecho, motor y necesidad urgente. #CienciaEnColombia #Innovación #Educación #Desarrollo #Investigación #PolíticaPública #TransformaciónSocial #CienciaParaLaVida

Wiser Gil

6/28/20233 min read

En Colombia, hablar de ciencia suele ser más una formalidad institucional que una convicción nacional. Aunque en discursos públicos se exalta la importancia del conocimiento, la innovación y la investigación, la realidad cotidiana muestra otra cara: presupuestos limitados, fuga de cerebros, precariedad en la carrera investigativa y una débil conexión entre la ciencia, la sociedad y las políticas públicas. La pregunta entonces no es si se hace ciencia en Colombia —porque sí se hace, y con calidad—, sino cómo se valora, se sostiene y se proyecta esa ciencia en un país con tantas urgencias sociales y tan pocas prioridades estructurales.

Muchos de los avances científicos colombianos nacen a pesar de las condiciones, no gracias a ellas. Investigadores trabajan con equipos obsoletos, acceden a recursos con dificultad y dependen, en gran parte, de convocatorias externas o alianzas internacionales. Aun así, hay logros notables en biotecnología, salud, medio ambiente, educación, ciencia social y tecnología. Sin embargo, estos esfuerzos no se traducen en políticas de Estado ni en una cultura científica sólida. En el imaginario colectivo, la ciencia aún se percibe como un lujo académico o como algo lejano a la vida diaria, y no como una herramienta de transformación concreta.

El problema no es solo económico. También es estructural. En Colombia, la ciencia no forma parte integral del modelo de desarrollo. Mientras otros países apuestan por la investigación como eje estratégico, aquí los científicos luchan por sostener sus proyectos, sus equipos y sus carreras. La inestabilidad laboral en el sector, la ausencia de incentivos reales y la falta de articulación entre la academia, el Estado y la empresa privada hacen que la ciencia viva en una especie de limbo funcional: siempre reconocida como importante, pero rara vez impulsada con seriedad.

Además, el centralismo ha sido una barrera histórica. La mayor parte de los recursos y oportunidades se concentran en Bogotá y algunas capitales, mientras regiones con gran potencial —como el Pacífico, la Amazonía o la Orinoquía— siguen excluidas de los circuitos principales de producción de conocimiento. Este desequilibrio no solo frena el desarrollo científico local, sino que también reproduce desigualdades sociales y limita las posibilidades de innovación contextualizada y pertinente.

Pero no todo es negativo. Hay una nueva generación de científicos y científicas que no se resigna. Redes de jóvenes investigadores, colectivos interdisciplinarios y proyectos comunitarios están empezando a reconfigurar el panorama. Desde la ciencia ciudadana hasta los laboratorios rurales, se gestan iniciativas que cuestionan la idea tradicional de lo científico y proponen una ciencia con sentido social, enfocada en los territorios, la biodiversidad, la memoria y la justicia. Estos esfuerzos, aunque aún marginales, son semillas de una transformación posible si se reconoce su valor y se les da espacio para crecer.

Colombia necesita una política científica de largo plazo, que no dependa del vaivén de los gobiernos. Necesita fortalecer la educación científica desde la infancia, valorar a sus investigadores como agentes clave del desarrollo y construir puentes reales entre la ciencia y las comunidades. La ciencia no debe estar al margen de la transformación del país: debe ser parte activa de ella.

Conclusión

Colombia no puede hablar de desarrollo real sin comprometerse con su ciencia. Mientras sigamos viendo la investigación como un gasto y no como una inversión, seguiremos condenados a depender del conocimiento de otros. Es tiempo de apostar por una ciencia propia, digna y al servicio de la sociedad. Una ciencia que no solo observe el mundo, sino que lo transforme.

Referencias

  • Colciencias (hoy Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación). (2022). Informe de indicadores de ciencia, tecnología e innovación. https://minciencias.gov.co

  • UNESCO. (2021). Informe sobre la ciencia: hacia 2030. https://unesdoc.unesco.org

  • Bonilla, A., & Orozco, L. A. (2019). Ciencia, innovación y desarrollo en América Latina: desafíos estructurales y propuestas de política. Editorial Universidad Nacional.

  • Cano, I. (2020). La ciencia como bien público: reflexiones desde Colombia. Revista Colombiana de Sociología, 43(1), 33-49.